Mente en blanco (libre)

Subí con pesadez hasta el mirador de la estatua. La noch estaba completamente cerrada y fría, me acerqué a la baranda y me apoye ligeramente observándo lo que ante mis ojos se imponía. La ciudad iluminada contrastaba ferreamente con lo que sentía esa noche. Las luces me suponían muchos recuerdos que no quería evocar. Cerré los ojos con fuerza, recordándo porqué había ido a esas horas hasta la estatua. El estar sola en estos momentos era un privigelio y una maldición, se sorprendió añorándo una abrazo sin temor, sin que esa persona resultara herida. Era tan frustrante tener que estar siempre con la mente en blanco, neutra. Como si el sólo hecho de dejar que algo entre, desatara una bomba de tiempo que lla no podía manejar y así era en realidad, Suspiró pesadamente tratándo de relajarse.

Escuché una voz conocida y el miedo se apoderó de mi. Dí un pequeño salto alejándome del que ahora pude reconocer como Frank, comencé a caminar hacía atrás, se soponía que esto debería estar solo.

-No no no.... Alejate- le dije angustiada.

Me alejé un poco más de él tratándo de controlarme.

-No soy yo quién saldrá dañada precisamente- contesté, agradeciéndo su supuesta tranquilidad.

Suspiré pesadamente retrocediéndo hasta chocar con la baranda. Miré hacía atrás, todo tan oscuro.

-Si no logro poner la mente en blanco, me temo que si- Le dije lo más inexpresiva que pude.

-Dos cosas muy sencillas: o comienzo a llorar y mueres o no pasa nada y vives- comenté, ya más tranquila.

Negué con la cabeza.

-No pasa nada, sólo emito la tóxina bajo circunstancias negativas- le sonreí levemente, sin saberlo me estaba ayudando de dejar todos los recuerdos de nuevo encerrados en mi sub-conciente.

Sentí el barandal dar con mi espalda, pusé las manos en la fría piedra y tragué en seco nerviosa, su cercanía me ponía realmente nerviosa.

-¿Q...Qué vas a hacer?- traté de que mi voz sonará firme pero falle estrepitosamente, un suave rubor comenzó a adornar mis mejillas.

Spoiler:

Lo lograba entender su pregunta, había logrado poner la mente en blanco. Aunque su cercanía me hacía olvidar facilmente lo que pensaba.

-¿A qué te refieres?- murmuré.

Esbocé una leve sonrisa.

-Lograste distraerme- susurré sin dejar de rozar sus labios.

Rodée su cuello con mis brazos.

-Creeme que tenía la intención de saltar- comenté, divertida.

Correspondí a su beso antes de contestar.

-¿Qué prefieres?- Atrapé suavemente su labio inferior con los míos.

No dije nada más, deje que recorriera mi boca antes de rozar mi lengua con la de él. Sin duda su distracción esta surgiendo el efecto esperado.

Asentí, ruborizada.

-Mucho más- contesté con una leve sonrisa ladeada.