Vuelta a los orígenes.

Dachau. Base científica oculta. 11:58 a.m.

La gente corría de aquí para allá. La expectación era abrumadora. Por todas partes se escuchaba entre susurros el mismo nombre: Schädelsammler...

Las puertas que daban a la entrada del búnker secreto se abrieron lentamente, y una alta figura apareció recortada a la luz exterior. El Coleccionista de Cráneos había regresado.

Cientos de personas, si no miles; formaron filas en torno a la escalera conforme Schädelsammler descendía la escalera. Alguien lo estaba esperando abajo, y él lo conocía bien: el Doctor Horzt.



-Llegas tarde von Goethe. Exactamente más de cincuenta años tarde.
-No fui yo quien decidió congelarme en ese estúpido tanque de observación. Y ahora, si no te importa, Horzt...
-Ja... Ja.... Bien, tenemos órdenes muy precisas: Destruir. Destruir todo lo que recuerde nuestra amarga derrota. Destruir Estados Unidos.

Schädelsammler sonrió.

-Respecto a eso... Creo que conocerás a los X-Men.
-Oh sí, un claro y molesto problema; aún no sabemos qué hacer con...

Interrumpiendo a Horzt; Schädelsammler le comentó lo ocurrido en aquella extraña reunión con Magneto.

-Bien, bien; eso da un interesante giro a la situación. Un giro muy interesante. Destruye a esos X-Men; acaba con ellos; no dejes piedra sobre piedra ni perdones a nadie. Tienes todo nuestro apoyo.
-No necesito tanto. A ser posible... preferiría reunir a la tropa.
-¿Los Übermannes? Maldita sea von Goethe; ¿pretendes usar a todos tus camaradas?
- ¿Quieres asegurar la victoria o no, Horzt?
-…
-Estoy esperando...
-Oh maldita sea; sí, sí; de acuerdo. ¡Fritz! Convoca a los Übermannes. Tienen una misión que cumplir.
-Una cosa más, Horzt.
-¿Ahora qué?
-¿De cuantos dirigibles disponemos? - inquirió Schädelsammler con una tétrica sonrisa en sus labios.