En la jungla

A 27 km. al este del formidable templo de Ankor, una figura colosal se movía a través de la vegetación: Apocalipsis, uno de los primeros mutantes, se movía difícilmente buscando su nave. Tras haber avanzado un par de kilómetros observó lo que buscaba: su nave espacial alienígena, hecha con la tecnología de los Celestiales, una raza alienígena más avanzada tecnológicamente de lo que cualquier humano pueda imaginar.

Al acercarse, una rampa metálica bajó y el gigante ascendió y se introdijo en la nave.

¿Cuáles son las coordenadas? se oyó decir: la máquina pedía a Apocalipsis el destino de su viaje.

Ninguno, comentó sin inmutarse. Muéstrame por pantalla la información que hay acerca de los mutantes conocidos

Las únicas informaciones que tenía eran la de Magneto, que en la base de datos del FBI figuraba como terrorista y como actual líder de una pequeña isla. El pensamiento de ese mutante se parecía mucho al suyo propio, y eso le preocupaba: un nuevo régimen necesitaría un líder y Apocalipsis sólo rendía cuentas ante sí mismo.

¡Nave! ordenó con su potente voz grave. Pon rumbo a la isla que los humanos llaman Manhattan.

La nave empezó a elevarse muy lentamente. Cuando alcanzó una distancia considerable del suelo, desapareció tras un ensordecedor ruido.