De borrachera

Un día más... una copa más... probó suerte entrando en ese bar curioso. Ya llevaba unos cuantos chupitos encima, su aliento apestaba a ron. Y tenía de todo menos vergüenza.

Nada más entrar en ese bar, se plantó en un taburete, puso los brazos sobre la barra y pegó un buen grito a uno de los dueños.

- ¡Oye, tú! -un cuarentón calvo que estaba tras la barra se giró, mirándola mal- ¿A que me pones un cubatita de ron?

A regañadientes, ese camarero le sirvió un buen vaso de ron. Ese día contaba con un poco más de pasta, así que podría permitirse beber un par de cubatas más y pillarse una buena cogorza antes de irse a su chamizo. Una vez estuvo listo el vaso, bebió dos largos tragos, limpiándose con la manga después los labios.

- Asco de vida...

Vio de refilón a aquella muchacha que se sentó al lado suyo. Parecía maja, llevaba un rato ahí sin hablar con nadie. Tampoco nadie, excepto ella, parecía haber querido acercarse.

- Hola. -le salió la voz un poco ronca- No... no nneceshito ayuda. Aún, jijijijijiji. ¿ Y túuu? -sí, la pregunta no tenía ningún sentido.

- La bebida esss mi compaññera, no la voy a dejarr sola -aferró su vaso de ron mientras miraba a esa joven con algo de desconfianza.

- Si no les gushta lo que ven -ella también era algo consciente de que la miraban, otra cosa es que le importase- que miren para otro lado, todaviaa no he molesstado a nadie.

- ¿Ah, siii? ¿Sabes de borracherasss? ¡Pues tómate algo conmigo, mujer! Asssí, si quieress, me cuentas tus pennas...

Ni se percató de que la habías quitado el vaso, ya llevaba un interesante pedo encima.

- ¿Ande me llevasss? ¿No me querrás viiiolar no? -sí, estaba muy pedo. Se empezó a reir y luego volvió a hablar.

- Oye, ¿y tú quién eres? ¿Acaso tengo tan mmmala cara que doy ppena?

- Yoooo Arussa. Me puedess llamar Aru, o Aria, como te de la gana llaaamarme. Si te digo la verda... no se ni en qué bar me he metidddo. -trató de ver el letrero pero no veía un pimiento.

Aquella ola de agua fría la pilló totalmente desprevenida. Se quedó unos instantes quieta, con el pelo chorreándole por la camisa blanca que llevaba puesta. Había cerrado los ojos y se había quedado con la boca entreabierta mientras las gotas de agua se deslizaban por su rostro y su cabello.

- Me... acabas... de tirar... agua. -por un momento su voz sonó amenazante, pero se apaciguó casi al instante. Abrió los ojos y la miró.- Gracias.

Agitó un poco la cabeza, esparciendo un par de gotas en el aire. Se llevó entonces las manos a la cara, tratando de quitarse el agua y después resopló. Le dolía mucho la cabeza.

- Sí, alggo mejor sí que me encuentro... -aún se le trababa la lengua, pero al menos estaba más fresca y con algo más de lucidez. Pero no mucha. - En serio, ¿dónde estoy?

Le tomó la mano y se la estrechó amistosamente. Sin embargo, cuando le preguntó acerca de su mutación, su mirada se ensombreció mucho.

- Creo que tengo cierto control sobre el aire. Cuando me enfado... provoco.... eshhtooo... -chasqueó los dedos varias veces hasta que encontró la palabra que buscaba- Vendivales. No... vendovalesss! No... ¡vendavales! ¡Esho!

- Vaya... mujer de fuerrrte temperamennto ¿eh?- medio sonrió aún ebria- A mí me pasa igual, el mundo es una mierda y no me gushhta lo que soy...

Miró sorprendida cómo ella calentaba su mano, sintiendo después ese calor. Ella sopló un poco y su mano se quedó un tanto más fría, llevándosela luego a la frente para refrescarse.

- Sorprendente... -se quedó algo más embobada- Este poder me destrozó la vida. ¿Por qué iba a quererlo? Tú te apañas bien con él, no sé si habrás matado alguna vez a alguien en tu vida con tu "Don". Yo sí, y no me hace ni puta gracia.

- Yo maté a mi padre. -lo dijo de sopetón, en un tono que mezclaba dolor, asco e ira. Se la quedó mirando entonces, y sin más la dijo. -Tú y yo parece que tenemos algunas cosas en común...

Al bar entra un chico con gafas de sol, camiseta beis, pantalones piratas marrones y chanclas cargados de unos cuantos panfletos. Se dirige a la barra posando su mercancia en ella y cuando se le acerca el mesonero se le dirige:
- Buenas tardes caballero. ¿Le importa que cuelgue uno o dos panfletos en su puerta y los reparta?
- No, no, muchacho. Este es un lugar tranquilo, no vengas con politicas.
- Pero... mire... - dice tendiendole una de las cuartillas que argumenta sobre porque los mutantes deberian volverse anarquicos - ¡Este tema afecta a todos los mutantes con suma relevancia!
- Me da igual: nada de politica - responde tirando el papel a la basura hecho una bola.
- Yo... - dice apretando los puños, conteniendose.